Se trataba de construir un edificio en el entorno del casco antiguo de Lleida que, sin producir un gran contraste con las edificaciones existentes, se convirtiera en un edificio singular y representativo del cambio que se ha producido durante los últimos años. De ahí que, siguiendo las premisas fijadas por un estudio de detalle previo que analizaba todo el entorno próximo, se intentó que el edificio sirviera para aligerar la zona, permitiendo la entrada del máximo de luz posible a las viviendas existentes.

Con esta voluntad se proyecta un edificio con planta sótano, semisótano y baja que ocupan la totalidad de la parcela, pero que reduce mucho su volumen en las plantas superiores. Para mantener el carácter de la Plaza de la Ereta, la fachada del edificio en este punto respeta la antigua alineación. Eso mismo no sucede en el resto de límites del solar, donde el edificio se contrae hacia el centro del solar para ampliar el ancho de calles a partir de las plantas piso, permitiendo una mayor iluminación natural.

El sistema constructivo utilizado es de pilares de hormigón en las plantas sótano y semisótano, que se convierten en pilares metálicos en las plantas piso. Los forjados son de tipo reticular. La fachada ventilada, con acabado de placas tipo Euronit, un aislamiento térmico de poliestireno extruido que pasa ininterrumpidamente por delante de la hoja interior de cierre cerámico i de los cantos de forjado, evitando de esta manera puentes térmicos.